jueves, 13 de septiembre de 2012

Un ejemplo de competencia médica en China


Nuestro último día en China parecía un día de trabajo y negocios casi normal. Visitábamos la planta de la empresa en Shenzhen y como hacía casi dos años que ninguno de los dos habíamos estado allí, la encontramos cambiada, con nuevos edificios y laboratorios que indican cómo Chen sigue creciendo. Encontramos una rareza nueva, bastante especial desde nuestro punto de vista.  El laboratorio está lleno de fotos enmarcadas de los miembros de empresas europeas y norteamericanas del sector que han visitado la planta de Chen. Como es un negocio con pocos actores, ello supone que el laboratorio de la planta de nuestro socio en China  tiene fotos de los gerentes de todas las empresas de nuestra competencia. Claro que para Chen son socios de momento en potencia, no debemos olvidarlo.

Pero irse de China sin una bizarría final no estaría a la altura, y sólo hay que esperar a la tarde, Hoy tenemos un nuevo doctor para L. (que en buena hora confesó sus problemas de espalda a Chen), en un hospital privado de Shenzhen. O eso nos dicen, aunque la palabra privado siempre despierta mis sospechas en China sobre su sentido real. El caso es que el sitio es limpio, no hay colas y tiene una organización aparentemente eficaz: ofrece más confianza como lugar médico que el piso casi clandestino de Ganzhou. El doctor que va a tratar a L. (y también a Chen, que ha pasado por las anteriores sesiones de L.) parece ser una celebridad. Varias docenas de fotos en su despacho lo avalan: imágenes del doctor con más o menos años en compañía de famosos chinos que nuestros compañeros de viaje nos describen amablemente: el conocido político, la estrella de la canción, el deportista maduro. Todo ello no asegura, empero, la deseada privacidad. Para que L., después de explicado su problema lumbar que también afecta a su pierna, sea tratado por el médico al que ya llamábamos Electric Doctor, necesitó quedarse en ropa interior mientras un traductor al inglés (yo), otro al chino (Cheng), el médico, la enfermera, Chen, y su socio chófer durante todo el viaje estábamos en la habitación. El doctor eléctrico puso dos agujas de acupuntura a L. en la zona lumbar y otra directamente en la nalga, abrió un maletín del que sacó dos electrodos de una rueda de colores de feria (con intermitencias y todo), le dio uno a L. para que lo cogiera con la mano, otro lo agarró él, y empezó a coger con su mano las agujas aplicadas sobre el cuerpo de L., cuyos miembros empezaron así a temblar como la de una rana en un experimento de vivisección. Y, de vez en cuando, la enfermera cogía un destornillador dotado de un diodo, lo aplicaba sobre la cabeza del buen doctor, y el diodo se encendía, causando regocijo sin par a toda la China ahí congregada.


Duró una media hora y L. afirmó sentirse mejor.

Cenamos con el doctor y con su amante de, calculo, unos 30 años menos que él. Desgraciadamente, resultó ser un pesado de voz chillona que se tiró hablando –chillando muy molestamente más bien- todo el rato, denunciando la falsedad del 90% de los médicos que dicen hacer acupuntura real en China, Shenzhen, o Hong Kong. Fue una pena, porque él solo se cargó una excelente cena de cocina de Shanghai, mucho más elaborada y con mucha caramelización, que gastronómicamente hablando fue de lo mejorcito habido ya en ocho viajes a China…

Viaje realizado en julio de 2012 (etapa iv de iv)

viernes, 7 de septiembre de 2012

Un comunista pagó mi hotel


Hoy regresamos a Shenzhen, pero el viaje supone parar en Quannan, ciudad en la que Chen debe visitar terrenos para una posible planta y formalizar una firma. Tomamos de nuevo la autopista, con sus camiones de varios ejes y sobradamente sobrecargados, su circulación a alta velocidad alternada de periodos de 20 minutos totalmente parados por mor de un accidente, unas obras, o cualquier circunstancia inexplicable, y en Quannan nos recibe de nuevo todo el Partido Comunista local. Nos llevan a visitar tres terrenos; el primero tiene una montaña con tres pequeños picos, y eso les entusiasma porque… ¡parece un Buda que acogerá y bendecirá el negocio! Hay otros detalles que lo favorecen , pero son materiales, tschk: hay un arroyo necesario para captar agua (pero no un río que pueda contaminarse), está cerca de la carretera, y el terreno supondría desplazar a sólo 6 familias de agricultores que en ese momento estaban cuidando sus arrozales ajenos a la importancia que tendría en sus vidas los tejemanejes de los señores que estaban ahora mismo en el terreno.




Si este terreno era de una belleza importante, con un verde insultante del arroz y el resto de plantaciones, el segundo lo supera. Rodeado de montañas con bancales de cultivo, y mucho más amplio, a ambos lados tiene sendos ríos caudalosos, uno de los cuales alimenta directamente a la ciudad. Esto desaconseja su uso, más que el pobre acceso por carretera (el gobierno lo arreglaría), o las 80 familias a desplazar en este caso (el gobierno lo arreglaría). De la ausencia de Buda no se dice ahora nada.

El tercer terreno no consigue visitarse porque los accesos son demasiado difíciles y una prudencia inesperada en Chen le hace descartarlo.

En un lujosísisimo y muy vacío hotel de Quannan tiene lugar la firma mencionada, que resulta ser de mayor apariencia de lo esperado: hay televisión y prensa oficial. Una foto conmemorativa con Chen, los cargos del partido, y los dos socios extranjeros (((---nosotros---))) bajo una banderola con ideogramas que no nos traducen, precede a una comida en una inmensa mesa redonda para 16 comensales. Los GAN BEI vuelven a aparecer, con un vino tinto rebajado, para los que somos invitados estrella. ¡El Partido está encantado! ¡Y borracho! El secretario tiene a la vez otra comida en el salón que está enfrente del nuestro, y entra y sale cuando quiere, y así lo hacen también dos o tres funcionarios que le acompañan.

Las despedidas son efusivas y finalmente nos dejan salir a nuestro destino. Descubrimos que el Partido Comunista ha pagado todas las comidas y el hotelazo del que salimos a la mañana, y, con mil reverencias y sonrisas, nos dejan marchar.

Viaje realizado en julio de 2010 (etapa iii de iv)